¿QUÉ HAY DETRÁS DEL HAMBRE EMOCIONAL?
QUÉ HAY DETRÁS DEL HAMBRE EMOCIONAL
¿Porqué te comes ese chocolate por inercia y sin tener hambre mientras estás sentado en el sofá mirando la tele?
¿Te has fijado que vivimos una vida super acelerada y siempre con la mirada puesta en el exterior? Como si todo ocurriera fuera de nuestra piel, de nuestro cuerpo, de nuestra esencia, y así vamos intentando tapar esos vacíos llenándolos de conductas adictivas que nos satisfagan al momento y por al menos un ratito.
¿Y porqué hacemos esto? Pues porque no queremos sentir. No nos atrevemos a sentir nuestras emociones. Las emociones no son ni buenas ni malas, son necesarias. Vienen a mostrarnos lo que experimentamos ante las circunstancias de la vida, nos ayudan a decidir hacia donde queremos ir a partir de una acción concreta. Y eso nos da miedo, hacernos responsables de nuestras emociones y lo que hacemos con las acciones que las provocan es una tarea difícil de gestionar y preferimos evadirlas con este tipo de conductas.
CONFUNDIMOS EMOCIONES
Por ejemplo, estamos cansados y creemos que estamos aburridos, sentimos enfado y creemos que el otro es el que nos enfada, sentimos soledad y nos pasamos horas en redes para sentir que tenemos muchos amigos, nos hacemos de menos en una reunión y bebemos alcohol para cambiar ese estado de ánimo o bien sentimos angustia y nos llenamos de comida chatarra
Debemos entender que las emociones son un motor que nos ayuda a diferenciar las experiencias y nos permite sobrevivir, pero es muy fácil confundir una reacción que nos protege de una que nos anula. Cada vez que reaccionamos a una emoción con una acción que anula nuestra voluntad hacemos que ese vacío, esa inseguridad, esa emoción que creemos que es negativa se haga más fuerte y se apodere más de nosotros.
LA SOCIEDAD NOS HACE ADICTOS
Desafortunadamente vivimos en una sociedad donde no se nos ha enseñado a gestionar esas emociones desde la psicología, desde la introspección, desde la mirada hacia adentro. En cambio se nos ha enseñado a reaccionar con todo tipo de herramientas que nos adormecen y nos debilitan.
Las compras compulsivas, la comida intoxicada de azúcares, el tabaco, las drogas, la televisión, el alcohol, el juego... hay muchísimas más acciones que parecen cotidianas que en realidad sólo nos anulan.
Te reto a que la próxima vez que sientas una emoción negativa, en vez de reaccionar a ella, te pares a escucharla. Va a doler, eso ya te lo aseguro yo, pero también sé que va a merecer la pena, va a suponer un antes y un después en tu vida. Verás que tenemos respuestas automáticas para cada situación que se nos presenta, y si eres capaz de detectarlas podrás cambiar la reacción. Vas a darte cuenta que tienes el poder en tus manos, el poder de elección, el poder de decisión y el poder de redireccionar tu vida.
PERMÍTETE SENTIR TUS EMOCIONES
Pregúntate porqué abres la nevera sin hambre. Seguro que te ha pasado alguna vez, abrir la nevera, los armarios buscando qué comer...es en ese momento que debes tomar consciencia de lo que estás haciendo. Párate, respira y pregúntate el porqué estas abriendo esos armarios, qué es en realidad que te está generando esa emoción, esa incomodidad que hace que respondas buscando un placer inmediato, un no pensar.
Y a lo mejor estás pensando si claro, para ti es muy fácil decirlo... pues te voy a contar cómo descubrí yo que reaccionaba con atracones de comida delante de un problema.
EL DOLOR QUE ME HIZO CAMBIAR
13 de Marzo de 2020, llega la pandemia y nos encierran en casita. Mi situación era la siguiente, negocio de peluquería cerrado, situación económica precaria... no tenía ningún ahorro y sí deudas generadas por un proceso judicial con una extrabajadora (no vamos a entrar en detalles hoy, otro día te lo cuento), tenía que seguir pagando el alquiler del local, los suministros del local, el alquiler de mi piso, los suministros de mi piso, evidentemente seguir comiendo, el estado se sacó de la manga unos ICO en los que no entrábamos el sector de la peluquería....en fin... que al final me dieron una paga de unos 600€ y apáñatelas como puedas y super agradecida claro....
En fin, que ya te has hecho una idea de cómo era la situación, que también te digo que cada casa tenía la suya propia que tubo que gestionar. En ese momento yo estaba en medio de mi proceso de pérdida de peso. Ya había bajado 12 kilos, había aprendido a comer, a hacer la compra saludable, unos hábitos saludables... y llega la pandemia con la ansiedad. De pronto me veo abriendo todos los armarios buscando comida chatarra, literalmente ese era el cuadro, no me valía una manzana y unas nueces...
Me vi super desesperada, en casa sólo había comida saludable, no era hambre lo que tenía, ¿Qué tenia entonces? Pues tenía unas emociones que no sabía cómo gestionar, tenía miedo, incertidumbre, dolor, victimismo y mucho sufrimiento. Dicen que aprendemos a través del sufrimiento y que cuando llega a ciertos límites el dolor decides no sufrir más y tomas el control de la situación y tomas una acción diferente a las que tomabas antes, y ahí, querida mía, ahí has ganado una batalla.
Tomar consciencia de lo que estaba haciendo y el porqué lo estaba haciendo marcó un antes y un después en mí. Me dije a mí misma, ¿en serio vas a echar por la borda todo el camino que llevas recorrido hacia tu bienestar por una situación externa a ti? Adriana ya has hecho todo lo que depende de ti. ¿Comer va a solucionar la pandemia? ¿Comer va a hacer que tu cuerpo se sienta mejor o peor? ¿Comer va a mejorar tu economía? Y entonces, vi y reconocí que comer no era la solución, y no sólo no era la solución sino que encima empeoraría mi situación.
DECIDE DEJAR DE SUFRIR
Dicen que un marinero experto no se hace en mar en calma, así que después de esa tormenta me hice un poquito más fuerte y más consciente. Agradezco ese momento y lo recuerdo cada vez que me viene la acción involuntaria de hacer lo mismo, porque también te cuento que sólo con tomar esa decisión un día no te salva de seguir tomándola en cada momento de tu vida que reconoces la misma situación en escenarios distintos. No es tarea fácil pero se vuelve más fácil cada vez que lo haces.
Así que te invito a que recapacites y pienses en qué momentos y situaciones reaccionas con la comida como lo hacía yo. Detecta qué emoción te estás negando a sentir, qué decisión estás dejando de tomar y qué acción estas posponiendo.
Si consigues responderte a estas preguntas con sinceridad, habrás ganado una de las batallas más importantes de tu vida. Requiere de fuerza interior sí, pero yo sé que la tienes, que lo puedes hacer y que te mereces tener el timón de tu vida.
Te deseo Comer despacio, Reír de la tormenta y Amar cada una de tus emociones.
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